4/14/2014

Necesito que me beses porque este deseo ya no aguanta más

Hoy hemos visto besos célebres por todas partes, el día internacional del beso es lo que tiene, que se rememoran los besos más celebres de la historia y que han sido y serán parte de nuestro imaginario: Klimt, Robert Doisneau, Victor Jorgensen, Casablanca, Desayuno con diamantes, Francesco Hayez, Rodin, Antonio Casanova y un largo etcétera. Cada uno de ellos cuenta una historia y a través de ellos se podría hablar de la historia de las muestras de afecto en Occidente. Porque las muestras de afecto son muchas, como pueden ser las de la amistad o las que tienes con familiares, al igual que la variedad en la muestra de afecto es innumerable si atendemos a las diferentes culturas y las diferentes épocas. Pero el beso que representan estas imágenes, el beso de nuestro “aquí y ahora” es el beso de los amantes, el beso romántico, erótico y sexual que se dan dos personas cuando unen sus labios, o dos epidermis como dijera el poeta francés Alfred de Musset.


Siempre me ha gustado observar a los desconocidos cuando no se saben observados, pero en el caso de las parejas es realmente revelador, pues puedes llegar a saber casi con toda certeza quién de los dos ama más, quién de los dos desea más, o incluso saber cuánto tiempo llevan juntos. Y lo sabemos porque la mayoría de nosotros ya lo hemos experimentado, y sabemos que los gestos, las caricias, los besos, cambian con nosotros durante la relación y cambian, también, según el  tipo de relación. Estas experiencias, si fueran borradas de nuestra mente al modo que lo hicieran los protagonistas de Olvídate de mí (Eternal Sunshine of the Spotless Mind) con el mayor tratamiento anti-amor jamás imaginado, sólo nos quedaría conocerlo a través de las icónicas imágenes de las que hablaba anteriormente, de su relato en la literatura y el cine o de las historias que nos contaran nuestros conocidos, pero la realidad no es esa, la realidad es que la mayoría ya hemos sido besados y ya hemos besado y a todos nos gusta. Sin embargo, es frecuente que ese hechizo del beso se desvanezca cuando el beso ya no es inesperado. ¿Por qué pierde el beso su erotismo primitivo cuando deja de ser original?

El primer beso, como ya dijo otro poeta, se da con la mirada, pero el segundo se da con las manos, pues la primera caricia es un beso en ciernes, pues conocer el tacto del otro aumenta el erotismo, como también lo aumenta saber a qué huele y su necesaria cercanía, besos que sin ser beso, poco a poco, aceleran el pulso, aceleran el corazón. ¡Ay, el corazón! Ese romántico órgano que todos tenemos y tanto desconocemos y que según Annie Marquier tiene cerebro. Efectivamente, Annie Marquier, pianista, investigadora de la Conciencia y fundadora del Intituto del Desarrollo de la Persona en Quebec, Canadá, dice que en el corazón tenemos otro cerebro. Fue entrevistada por Ima Sanchís en 2012 en La Vanguardia, entrevista –que leí hace tiempo y me dejó huella, además de dejarme la sensación de ser una terapia de autoayuda- donde defiende el papel gobernante del corazón sobre el cerebro. El debate de la supremacía de ambos órganos no es nuevo, pero el  racionalismo instalado en el mundo occidental de los últimos siglos –y por supuesto la ciencia- han “designado” al cerebro como el director absoluto de la orquesta. No obstante, en los últimos años, organizaciones especializadas en el estudio del corazón, principalmente el Heartmath Institute han dado pruebas convincentes del papel primordial de este órgano: no sólo es este último el centro que maneja sincronísticamente [a través del pulso] a las células sino que está dotado de neuronas que transmiten la información que el cerebro ejecutará. ¡Todo un giro! Una de las cosas que comenta Annie es que “el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad”. Como veis habla de dos cerebros y de cómo conocen ambos…¿Me suena raro sólo a mí? Sea como sea, no seré yo quien intente desmontar ninguna tesis ni ninguna investigación, ¡nada más lejos de mis intención! Aun así, cabe perfectamente la pregunta: ¿y si fuera verdad? 


Si fuera verdad quiere decir que el que desea, el que palpita con voracidad, es el corazón y que el que ama, el que transforma bajo la influencia de la experiencia esa nueva información enviada desde el corazón es el cerebro. Si esto fuera así tendría mucho sentido para nuestra época, pues no siempre se estuvo en pareja monógama, ni siempre las parejas como hoy las conocemos han nacido de la atracción, sino que sexo y amor los ha unido el hombre con el paso del tiempo: el sexo fue lo primero para la especie y el amor fue lo primero para el individuo. Y es que, al fin y al cabo, el sexo no es más que ese pulso acelerado del corazón sublimado en sentimiento, que una vez instalado en cada uno de nosotros se convierte en amor. Convertido en amor es cuando se centra en una sola persona. A aquí volvemos a lo de antes: ¿por qué entonces cuesta tanto mantener el erotismo? ¡Es realmente maravilloso poder hablar en el desayuno sobre filosofía y seguidamente un guiño atrevido y sin tabú dé pie a todo tipo de transgresión erótica y sexual! Pero los humanos nos empeñamos en desear lo que no se tiene, nos empeñamos en desear lo que nos falta, cuando lo tenemos se acaba el deseo. ¿Por qué no amar lo que se tiene? Sería poder superar a Schopenhauer con Spinoza: el primero habla del amor-eros, amor que nace del deseo de lo no tenido y el segundo habla del amor-philia, amor de amar lo que se tiene, una consecución de etapas que es el secreto de las parejas felices. Que de esas, también hay.

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